La Puerta de Segura es, por antonomasia, el lugar perfecto para nacer.
Allí, donde la sierra se arremolina en susurros de romero y jara,
donde el río canta coplas antiguas al pasar,
allí quiso la vida que yo abriera los ojos al mundo
un 14 de mayo de 1968.
No todos conocen la dicha de ver la luz
entre encinas sabias y cielos limpios,
no todos nacen con el privilegio
de llevar en la sangre el pulso de un pueblo
que huele a pan, a leña y a esperanza.