La mujer anciana gitana: fuente de sabiduría y estandarte de la cultura
En el corazón del Pueblo Gitano late con fuerza la memoria viva de sus mayores, y entre ellos, la mujer anciana ocupa un lugar sagrado. Con sus manos arrugadas por los años y su mirada profunda como los caminos recorridos por su gente, es portadora de la sabiduría ancestral que no se aprende en los libros, sino en la vida.
Ella conoce los secretos del lenguaje del alma: las coplas, los cuentos, los remedios naturales, las normas no escritas del respeto y el honor. Es guardiana de las tradiciones, maestra del compás y del rito, transmisora de la palabra hablada que es raíz y vuelo. En su voz resuena la historia del pueblo, con sus penas y sus glorias, con su lucha constante por la dignidad y la libertad.
No necesita títulos ni honores, porque su autoridad emana del respeto que inspira. Es la que mantiene viva la llama del fogón, la que enseña a las nuevas generaciones a no olvidar quiénes son, de dónde vienen, y por qué deben seguir caminando con orgullo.
Ella, la abuela gitana, es la columna vertebral de la familia y del clan. Es cultura, es resistencia, es amor en estado puro. En tiempos de cambio, su figura se alza como estandarte del mantenimiento de la identidad del Pueblo Gitano. En ella se abrazan el pasado y el futuro, como un cante que nunca muere.