La costumbre de poner flores a los difuntos es muy antigua y tiene raíces profundas en la historia y en la simbología humana, mucho antes incluso del cristianismo. Te explico su origen y sentido paso a paso
🌿 1. Origen ancestral
Los arqueólogos han encontrado restos de flores en tumbas prehistóricas, de más de 10.000 años de antigüedad.
Esto demuestra que desde tiempos remotos los humanos mostraban respeto y cariño hacia los muertos, adornando sus tumbas con flores u ofrendas naturales.
Era una forma de honrar al alma y de embellecer el lugar del descanso
🏺 2. En el mundo antiguo
Egipto: se colocaban flores de loto, símbolo de la vida eterna y del renacimiento.
Grecia y Roma: las flores se ofrecían en los funerales y en las fiestas dedicadas a los difuntos, como las Parentalia. Se creía que su fragancia ayudaba a purificar el alma y a mantener viva la memoria del muerto.
Pueblos celtas y mediterráneos: también hacían ofrendas florales y de comida a los antepasados, pidiendo protección.
✝️ 3. En la tradición cristiana
Con el cristianismo, la costumbre se mantiene y se transforma:
las flores simbolizan la vida que continúa más allá de la muerte, la esperanza en la resurrección y la belleza del alma.
Por eso, en fechas como Todos los Santos o los Difuntos (2 de noviembre), se llevan flores a los cementerios: es un gesto de amor, respeto y fe.
🌹 4. En la cultura gitana
Entre los gitanos españoles, este gesto adquiere un valor aún más humano y familiar.
Las flores no son solo un adorno: son una forma de hablar con los muertos, de decirles “no te olvidamos”.
Cada flor puesta tiene sentimiento, memoria y promesa.
Además, muchas familias eligen flores vivas y coloridas (como claveles o rosas), que representan alegría y vida, no solo luto.
💬 En resumen
Poner flores en una tumba es una lengua universal del amor y la memoria.
Viene de la antigüedad, pasa por la religión y sigue viva en las costumbres populares.
Es un modo silencioso de decir:
> “Sigues con nosotros, te recordamos con belleza.”
 

 
