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lunes, 22 de junio de 2009

LA “LEY GITANA” NO OBLIGA A NADIE A VIVIR EN UN DESCAMPADO SEVILLANO

Cuando la información se convierte en tendenciosa y racista.

Una vez más se confirma nuestra convicción de que de muy poco servirán nuestros esfuerzos por lograr la integración plena en la sociedad de nuestra comunidad, en igualdad de derechos y deberes, mientras existan “respetables” periodistas que se esfuerzan por ofrecer una imagen distorsionada de nuestra realidad que no sólo nos presenta como salvajes insociables, sino que hasta cuestionan la bondad de los esfuerzos que realizamos por conseguir una sociedad mejor en la que todos quepamos. Una sociedad sin violencia, sin agresiones, sin odio y sin racismo.

La Comisión Permanente de la Unión Romaní, consultada con carácter de urgencia, tras la lectura de la información difundida por la agencia EFE, según la cual “La ley gitana obliga a trescientas personas a vivir en un descampado sevillano desde hace tres meses”, firmada por el “respetable” periodista don Manuel Rus, quiere hacer las siguientes puntualizaciones:

Primera: El titular de la noticia es falso de toda falsedad y encierra una descalificación del pueblo gitano a todas luces evidente. No existe en la llamada Ley Gitana ninguna norma que obligue a nadie a abandonar su lugar de residencia. Cuando una familia, o un grupo de familias abandona temporalmente su lugar de residencia tras una pelea entre convecinos lo hace por dos razones: una, por miedo a las represalias de los mayormente agraviados o por prudencia para evitar males mayores. La primitiva Ley Gitana, si es que la hubo, seguramente se parecería más a la Ley bíblica del Talión, hoy gracias a Dios superada por todos los cristianos. Los gitanos desplazados de Las Tres Mil Viviendas se fueron de sus casas bien aconsejados por nosotros mismos y por “una veintena de asociaciones del Polígono Sur” tal como reconoce en su crónica el “respetable” señor Rus. No fue, por lo tanto la “ley gitana” la que obligó a trescientas personas irse de sus casas, sino la prudencia, el buen consejo y la preocupación de quienes estamos interviniendo buscando una solución a este conflicto.

Segunda: La tendenciosidad de don Manuel Rus es tan manifiesta que juzgue el lector por sí mismo. Por lo visto tiene obsesión por el término “respetabilidad” cosa que para él debe ser una cualidad de imposible presencia entre nosotros, los gitanos. Cuando se refiere a los mediadores que estamos actuando entre las familias enfrentadas dice que pertenecemos a familias “respetadas” y lo escribe entre comillas. ¿Qué quiere decir? Sin duda nada bueno porque en otro párrafo de su crónica, cuando una vez más hace referencia a los mediadores, entre los que está el Secretario General de la Unión Romaní, Manuel García Rondón, dice que estos gitanos “respetables” ―de nuevo entre comillas― se desplazan hasta las chabolas en potentes vehículos. No sabemos que entiende el “respetable” don Manuel Rus por “potentes vehículos” porque si se refiere al coche de García Rondón hay que decir que se trata de un utilitario pequeño, marca Rover de 45 caballos, que tiene más de cinco años. Es evidente que hay un torpe afán de desprestigiar a quienes sin más interés que hacer el bien acuden a poner un poco de paz en un lugar donde la marginación y la violencia son de todos bien conocidas.

Tercera: El “respetable” señor Rus magnifica el problema diciendo que la pretendida ley gitana obliga a trescientas personas a vivir en un descampado. Las familias que salieron de las Tres Mil Viviendas fueron 42. El resto, como él mismo manifiesta, está formado por otros chabolistas “que no tienen relación con los sucesos”. ¿Qué ley, nos preguntamos nosotros, obliga a estos últimos a vivir en el descampado? La respuesta es obvia: la ley de la miseria, la ley del abandono, la ley de la supervivencia. Pero estos son términos seguramente desconocidos para el “respetable” señor Rus.

Cuarta: Saque el lector sus propias conclusiones cuando el autor del reportaje pontifica que en estas reuniones “sólo pueden hablar los hombres” y no todos, porque “mejor si son mayores”. Las mujeres, en silencio, y si alguna gitana joven, dándole de mamar a su bebé de pie, dice algo, las otras gitanas le mandan callar. ¿De nuevo la ley gitana? O es la marginación, el analfabetismo, la miseria y las carencias propias del lumpen las que provocan estos comportamientos. ¡Que poco se corresponde lo que dice el “respetable” periodista con los esfuerzos que desde hace años vienen realizando las mujeres gitanas en Andalucía, verdaderas protagonistas del cambio en nuestra comunidad! Gitanas en la Universidad, en las fábricas, en los despachos. Pero no, la imagen que hay que difundir es la de la gitana de pie, con el pecho al aire, dándole de mamar a su hijo, mientras los otros niños, semidesnudos se cagan y se mean a pocos metros de donde se reúnen “los respetables gitanos” para hablar de la situación.

Quinta: La descalificación que sobre nosotros ha hecho don Manuel Rus no nos sorprende. Llueve sobre mojado. Quienes integramos la Unión Romani estamos convencidos de que sin la colaboración de los medios de comunicación nuestra lucha se hace del todo imposible. Luchar por lograr una imagen distinta de nuestro pueblo es tarea en la que llevamos empeñados mucho tiempo. Porque, no nos engañemos, todavía son mayoría las personas que piensan que la imagen difundida por el señor Rus es la que corresponde a todos los gitanos de Andalucía. Y no es así. Por eso, este comentario, más que una rectificación, más que una denuncia, es un grito de alerta para que, al menos en nuestra tierra andaluza, no proliferen “respetables” periodistas como el redactor de la noticia que comentamos.

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